Coulant de chocolate, el auténtico

Notaba por la espalda la gota densa de calor, recorriéndole las curvas y bajando desde sus hombros y entre sus omoplatos. La habitación se inundó de ese olor, intenso, tan dulce y tan amargo a la vez, y el calor de su cuerpo parecía alcanzar el del chocolate: cada segundo un grado más. Boca abajo, y con los ojos tapados, ese olor se mezclaba con su olor y el de las sábanas, y con un sólo sonido: su voz, suave, intensa, susurrándole cerca de la oreja «Lo reconoces?» mientras sus manos sabias empezaban a repartir el tesoro azteca por su piel. Rincón a rincón, sus dedos masajeaban su espalda, y su boca se ocupaba de, beso a beso, ir recogiendo el chocolate que cubría su cuerpo. Ya no existía nada más que ellos dos, ese olor, esa textura, ese calor de chocolate fundiéndose entre sus labios e inundando su boca.

 

[one_third]Ingredientes

200 g chocolate negro

70 g mantequilla

4 huevos

70 g azúcar

50 g harina de arroz [/one_third]

[two_third_last]Elaboración

Precalentar el horno a 220ºC. Engrasar los moldes con mantequilla o margarina, a consciencia para no dejar ninguna parte sin cubrir. Picar el chocolate groseramente y fundirlo junto con la mantequilla al baño maría, al microondas o al fuego, removiendo para que sea más liso y homogéneo. Dejar enfriar.

En un bol, batir los huevos con el azúcar con unas varillas hasta que estén bien blanqueados. Añadir la mezcla de chocolate, mezclando con una lengua con movimiento envolviente (para no bajar toda la estructura aireada de los huevos) e incorporar la harina tamizándola encima de la masa y removiendo de la misma manera, con la precaución de mantener el aireado.

Verter en los moldes preparados y hornear, a 220ºC, durante 7 minutos, dejar reposar 2 minutos y servir inmediatamente. Acompañado de helado, nata, salsa de chocolate o cualquier fruta fresca (mango, fresas, frambuesas, mora, fruta de la pasión,…) es delicioso. [/two_third_last]

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Acerca de Dani

Descubrí el buen comer tarde, demasiado tarde. Todo provocado por el capricho de un niño que solo comía lo que conocía. En los últimos años he querido recuperar el tiempo perdido, asistiendo a todas las comilonas que mi madre prepara (como pude llegar a perderme eso!!!), sin parar de investigar restaurantes, sin cansarme de experimentar y dejarme llevar por lo que la gastronomía me hace sentir.

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